Hoy rendí examen a tus ojos. Casi sales corriendo antes de saber qué pasaría con el resultado.
Me abrazaste y te besé como dos trazos amigos en un papel.
Sensación extraña fue ver que tu cuerpo no me era ajeno, al contrario, cercano, suave y compañero.
Recuerdo que jugamos a ser ciclopes y el que quiso correr al final del día fui yo.
No sé si fue por el partido de fútbol de ese día, tus lágrimas y tu figura contra el vidrio y un sol tardío pegando en tu cara, tu mirada perdida, quizás tu pena o rezo sincero.
Quizás todo o nada.
Lo seguro es que quise correr, para volver luego y verte otra vez.