Me has mirado mujer, con esa mirada penetrante ungiendo mi armonía, has escrito falsas historias las cuales se vuelven innumerables recuerdos. Recuerdos que violan la más entrañable figura entre la mar. Las estrellas, el vino la locura.
La brisa trae tu fragancia, mil utopías se levantan como el sol al mediodía saludando tu presencia, mientras tú, encantadora coincidencia, escribes en como posdata un hasta pronto mi poeta.
Así fuiste, tan fugaz como la estación del tren de la vida donde alegremente una mañana de rosas te conocí, dejando estos versos avergonzados, desplomándose sus metáforas, quebrándose aquellos tiernos y locos símbolos.
Amor celeste, escucha, las campanas doblan, el novio en la puerta y la boda, mujer, ¡que boda! fue más triste que un velorio.
Maldita sea mi suerte. Mi suerte maldita sea. Triste figura humana cuánto te amo y tú, amada mía, tú sólo muestras oscuras noches donde ardientes raíces de hierba mala crecen pero así, te amo, vaga ilusión de verano.