Resuena en la noche las campanas
Que anuncian su llegada…
Furiosas todas aquellas hadas,
Que te dejaron libre con tus alas…
El manto sagrado de las estrellas
Que abrigan hasta el infinito
Y mas allá del universo…
Lejos los versos del comienzo…
Sonreíste ante la primera palabra
De mis labios…
La noche contemplaba tu presencia
La envidia de las almas que solo acompañaban,
El rostro inmóvil de las garzas viajeras
La única manera de mantenerlas en el aire
De la dichosa envidia…
Tu manto de belleza ante la blancura
De tu inmejorable cuerpo…
El corazón en llamas de felicidad,
Todas aquellas cosas que tanto siento
Al ver el Ángel de tu rostro,
Besar los aires de mi vida…
Y como una canción llena de melancolía
Recorrer el día…
Con la sonrisa ancha.
La perfección de tus labios
Recorriendo el mapa inmune
De tus ojos bellos…
Furia y calma en tus cabellos,
Mientras tu alma disfruta de mi alma,
Que escribe todos tus sentidos
La piel que derramaba el más bello alarido.
Mi bella dama…
Esa señora colosal de la vida,
Esa princesa de los días…
Que en el paraíso del interior de su mirada
Remueve todas aquellas pequeñas cosas
Que hacen del destino un carnaval
Inalcanzable para los demás…
Y así impone ante todo y ante todos
La muralla increíble de su amor,
Que desde lo más profundo de su ser
Navega por las calles de la fantasía
De volver a creer que se puede ser
Feliz…
De gala por los pasajes de mi vida…
En los que puedo encontrarte sola,
Entre mi mundo y tu veraz rutina…
Quedan tu sonrisa y tu alma en mi retina…
No puedo llegar tan lejos…
Atados mis manos, los pies y todos aquellos
Momentos que sueño regalarte…
Porque aunque pudiera matar el tiempo
Esos diez años de ventaja que te llevo…
Aunque estuviera solo para buscarte,
Las mañanas y las tardes… dedicarte,
Sé que aún así nunca podrías mirarme…
Porque el destino quiso darme ventaja,
La distancia en el camino nuestro…
Sin embargo he llegado tan tarde a tu vida
Que mi vida ha vivido siempre en desventaja…
Christian A. C. Vázquez