Me ahuyenta mi sangre infame
con su incapacidad de amarme
y su dañino recorrido
por mi cuerpo tan herido.
No concibo la obligación
de vivir con la preocupación
de no poder dar mí afecto
a quienes me une este parentesco.
Ahora solo puedo amar
a quien no me ha hecho llorar
y no siente pasar por sus venas
lo que me ha traido dolencias.