A veces todo pasa y lo percibes
como cuando el amor se libera
con uñas y con dientes
y con gritos alucinados
de la opresión de un vientre en llamas.
Y es bueno que así sea.
Pero a veces la vida se desdibuja
como si la hubiesen pintado con tizas de colores
un día que llovía.
Y es entonces que el hombre permanece
en la orquesta de la vida
como pianista que olvidó la partitura
sentado frente al teclado
sin saber qué tocar
perplejo.
Y sin encontrar palabras se pregunta
si es aún tiempo
de avanzar
o si es tiempo
de recoger los huellas de su paso.