Me gustaba caminar por la orila del mar
cuando atardecía y pensar en lo lejos que estaba de casa.
La juventud en la playa estaba drogada y eso me involucraba
toda esa deshinibición que necesita de vez en vez
el humano para sentirse parte de la naturaleza.
Tuve un pequeño romance con Eléonore
una joven francesa que birncaba en las olas
como un pájaro extravagante mientras yo chupaba
una cerveza y me daba un pipazo de marihuana.
Ella me enseñaba la pronunciación del francés
y yo le enseñaba el lenguaje \"vulgar\" de México.
Adoraba a aquella mujer, y esas noches de guerra
con los mosquitos que nos chupaban mientras
entrabamos al zoologico demente del sexo en la arena.
Nos dormimos frente al mar, con las picaduras
de esos pequeños y agobiantes vampiritos de la playa
Eléonore me abrazaba y yo fumaba un cigarro
escuchaba el mar y miraba las estrellas.
Nunca había visto a mi tristeza tan feliz de abandonarme.