Llegaste de pequeñita a nuestro hogar
en el lugar de nuestra primera perra,
pues tu amo se sentía muy triste
al haberla perdido a ella.
Te pusimos su nombre
aunque en nada te parecías,
traviesa y peluda tanto crecías
que casi en su casita no cabías.
A tu amo le devolviste tanta alegría
que de Yaky Uno casi se olvidó,
reanudando los bellos momentos
para disfrute de los dos.
Salíais al despertar el alba
cuando tu amo quedó inactivo,
cruzando valles y montañas
siendo tú su hobby preferido.
Pero un mal día tu amo enfermó
y tú y yo a él nos tuvimos que adaptar,
sentada paciente solías mirarnos
mientras le ponía las zapatillas de pasear.
Salíamos los tres hasta que empeoró,
siguieron largas horas de vigilia,
tú, echada a los pies de su cama
casi un ser humano me parecías.
Ahora que los dos me habéis dejado
y salgo a pasear sin ti y sin él,
de los campos se apagaron sus colores
y el eco de tu nombre se ha dormido sin querer.
Fina