Recuerdo como olas a su fragancia,
de cada rastro en mi corazón tierno;
insaciable es la sed de mi alma en ansia,
que mi único anhelo es su amor eterno.
Al divisar a lo lejos el cielo,
hallo en ella la curva en firmamento.
Frente al cenit de su rostro estrellado
dos estrellas jamás brillaron tanto.
Un astro y otro astro arden en ocaso,
cuando a ella en mi me veo reflejado,
y me pregunto quien fue aquí el amado
cuando a ella no la tengo a mi costado.
Y sin ella su presencia en mi barca
gira a un solo lado cuando ahora avanza
porque cada cual con su amor en remo
distinguió lo efímero de lo eterno.