En el silencio eterno de la gran noche santa,
escucho tu respirar, incorpóreo, etéreo.
Poséanme esos tus brazos, prosas del deseo,
tu acariciar me cubra, cálida, sutil manta.
Que me bese pasionalmente tu poesía,
susúrrenme quietamente al oído, tus versos,
plenos de pasión, de soñados amores tersos,
condúceteme a mí, quiero hacerte solo mía.
Divina musa, sutil, agradable tormento,
navegar en tu suave vientre cada momento,
es mi querer, sentir, convertirte en mi cimiento.
Sin ti solo soy una hoja sola, seca, al viento.
Me arrastro sin rumbo, sin vida, sin sentimiento,
viviendo dentro la soledad y el gran tormento.
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