Palidece el último lucero, el día se aproxima
termina la noche sin que mis párpados
se cierren con el canto adormecedor de los grillos.
El nuevo día me encuentra
contándole a la almohada que aún te quiero.
Empiezan los sonidos rutinarios del día
después del canto de algún gallo;
los pájaros pasan trinando en su bandada,
dejaron tibios sus nidos
abrieron sus alas y a volar se dieron.
Yo, sigo queriendo conciliar el sueño
abrazada a tus recuerdos.
El sol vuelve a la mañana tibia y clara;
rumores de la gente que pasa presurosa
llega hasta mi ventana.
Pero este frío del alma me entumece;
este silencio a voces de recuerdos,
me anochece.
La noche terminó,
pero en mí ,encuentra
oscura eternidad.