Yo no creí que algún día
nos diríamos adiós,
pero así lo quiso Dios,
buena suerte vida mía.
Ay, el adiós tiene sentido,
inusual, contradictorio,
y es del amor meritorio,
que no conoce el olvido.
Son las las cosas de la vida,
dulce y amargo sabor,
y aunque nos mate el dolor,
nos tocó la despedida.
No llores por favor, no,
si tú una lágrima ves,
sonríe porque tal vez,
no te merecía yo.
Y yo ahogado en mi llanto,
ya lejos de ti me iré
y con mis lágrima diré
te quise te quise tanto.
Es caer desde la gloria,
es anhelar siempre el cielo,
con el único consuelo,
de llevarlo en la memoria.
Pero lo que no soporto,
es pensar que a tu lado
lo que en amor fue anhelado,
tubo un tiempo tan corto.
La duda en el sentir es grave,
el miedo se me apodera,
pero mi alma ya sólo espera,
que el mal sueño pronto acabe.