EL ÁRBOL HERIDO
En el arbusto dolorido hay una sombra de farolas
que alumbra a la serpiente devoradora de amapolas,
y desangra las raíces de las ideas soñadoras,
y tienen ojos de hierro y van imitando a palomas,
tienen yunques de trapo y de papel que no se moja.
Ay, qué sombra y qué serpiente con cuatro bocas se asoma
la boa, amigos, que le sirven de bufones y de adulines e idiotas,
estos guiñoles se echan suertes a ver quién baila la mejor jota
si el buen pensador o aquel necio o aquel sutil hipócrita,
pero al final cae siempre en el mantenedor
de la serpiente que tiene dientes y cuatro bocas,
e hipnotiza y cuenta cuentos a los guiñoles que son idiotas.
Ay, qué sombra y qué serpiente devoradora de amapolas;
vaya cuento, vaya historia de doña Juana la bailadora
que se divierte mirando siempre a la serpiente de cuatro bocas,
pues ya se acaba el grande baile de esta parroquia,
y la serpiente de mucha cola pues ya no baila,
pues ya no canta esta cigarra las melodías de aquellas jotas.