Aunque fue mentira, que el sol de mi amor
alumbraba tu vida,
y aunque fingias interés por mi persona,
Todo sucedió al revés,
Me apuñalaste con tu adiós
para contemplar mi cadáver y mi agonía,
pero el soplido con el que intentaba apagar la llama,
avivó el fuego y lo propagó hasta tu cuerpo.
Hoy lloramos los dos, porque tampoco yo,
nunca jamás volveré a tu puerto