En provocativo bazar de reliquias,
la percepción platicó
con un blancuzco gárrulo letrero,
que en amenazante
y traumática aloque facha decía:
\"si lo rompe, lo paga\".
Mas lo único que la logista resaca
en buen egoísmo
pudo evocar en aquel hiriente
y acerbo sensato instante fue:
¡Lástima que al corazón tal regla no aplique!
Pues en el amor,
la congénere taxativa reprimenda,
ni en colosal pasquín
de nada sirve.
Si quien auténticos pechos quiebra,
al mortificado dueño
nada retribuye;
le endeuda el alma. Pues,
la invaluable palpitante mercancía,
irremplazable es.
Tanto, que el dolor fascina
de coleccionar sus trozos de vida.