Algo que a mí me apasiona
de ver tu cara sonriente
son tus encías pelonas
brillar sin un solo diente.
Casi siempre tú me azotas
con tus fuertes avalanchas
porque me lavas la ropa
pero nunca me la planchas.
Yo no sé si me contenga
de decir frases hirientes
cuando me queme la bemba
tomando café caliente.
Ay mujer ya no me riñas
porque yo soy muy velludo,
sí tú naciste lampiña,
mi pobre madre no pudo.
Tus comidas exquisitas
denotan tu gran progreso
con esas sardinas fritas
con bofe, patas y sesos.
Tu comida tan maluca
me da tanto desconsuelo
pues parece una peluca
ese estofado con pelos.
Mi alma de pronto se arruga
cuando hay pollo en el almuerzo
pues te comes la pechuga
y a mí me das el pescuezo.
Te veo como un borrón
en mi larga borrachera
como a un televisor
al que le falta la antena.
Cortaste de forma abrupta
la bella relación nuestra,
mi carta decía “punta”
y suprimiste una letra.
En mi carta escribí “vente”
para tenerte en mi fiesta,
y veo que nuevamente
le suprimiste otra letra.
Olvida tu mal aliento,
tus besos me saben gratos,
yo sufro el padecimiento
de haber perdido mi olfato.
Adiós mi linda cebolla
adiós mi bello tomate
yo tenía lista la olla
pero tú me la bajaste.
Adiós corazón de yuca
adiós corazón de queso
si no nos vemos más nunca
te regalo mi esqueleto.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Bajo el Nro. 0614-1214
Maracaibo, Venezuela