Oh, compañera de caminos, con vos solo cuento, pero y qué? si ya vos y yo estamos tan compenetrados como quien mas, incontables veces os abrí las puertas de mi morada, a vos pérfida esfera de torcidas maneras, y a vuestros perniciosos residentes y por un tiempo me ilumino quien resultó no ser más que el fatuo fuego de un alma tiempo atrás perdida; extraño la luz? No, la luz que calor me trajo a la oscuridad me desterró, y bienvenido fui, y por su manto cobijado soy, cuando con la nota en su corazón refino cada uno de mis pensamientos, mientras escucho la oscuridad como indulgente me sonríe, para vosotros que no conocéis a mi querida compañera de incontables tertulias os digo que el asunto no es el estar solo, es el no necesitar la compañía de otros más que la que siempre me acompaña, la orfandad ya no me fatiga...
y recuerden mis queridos que siempre podéis elegir la luz otro día.