kavanarudén

Soy




Soy la síntesis de dos antítesis.


Dentro siento la pasión, el calor del Caribe y la quietud y el frío de los Andes.


Conviven en mi ser la exterioridad y espontaneidad de la costa con la interioridad y timidez de la montaña.

 

Se entrecruzan el ritmo fogoso de la salsa, del merengue, la expresividad del polo margariteño con la nostálgica melodía andina que canta a sus pueblos, a sus cordilleras, a sus picos, a su cóndor eterno.

 

Siento la espontaneidad del mar, de sus olas, la extroversión de la travesía marítima y el silencio, la contemplación, la reflexión de los páramos cubiertos de nieve y de fría

neblina.

 

Florece en mi interior la flor fogosa del cardo, la cayena y la trinitaria junto con el sublime frailejón, la hortensia y el pensamiento.

 

Fluyen dos ríos en mi manantial profundo, uno llamado optimismo, libertad, jocosidad otro pesimismo, precaución, prudencia.

 

Me han forjado la soledad, el silencio del águila y a la algarabía, la osadía del alcatraz.

 

Se han fusionado en mi sangre el erotismo fogoso del hombre margariteño, con la pasión desbordante, insondable y profunda de la mujer andina.

 

Soy mar y montaña, olas y altura, musgo y arena.

Soy playa fecunda y hacienda cafetera, tramonto cálido y amanecer montañero.

Soy estela marina de gaviotas en vuelo y veredas empinadas que se elevan del suelo.

Soy explosión, sinceridad, perdón, pero también misterio, elucubración y resentimiento.

Soy mano pescadora y también recolectora, cayos de redes, fisura de siembra, picante y chimó.

Soy quietud, brisa, rocío mañanero pero también fuerza de peñero que surca el mar

mañanero.

 

Me alimentó la arepa humeante, el carite frito junto con la chicha andina, la pizca, el caldo de leche y el frijol.

 

Indescriptible este mi sentir,

que envuelve mi ser profundo,

queriendo ser humano, fecundo,

haciendo pleno todo mi existir.

 

Es mi más fuerte y grande deseo,

poder versos y poesías escribir,

tomando como base mi vivir,

mi amar, sufrir, todo cuanto creo.