JOEL ALEJANDRO HERNANDEZ VELAZQUEZ

EL VAMPIRO

El viejo caserón

de paredes vencidas

protege entre sus muros

un antiguo jardín.

 

En un rincón oscuro,

el estanque sin peces

cubierto de nenúfares

parece no existir.

 

Setos desdibujados

por la mano del tiempo

rodean un laberinto

de tupido follaje.

 

El jazmín y la hiedra,

crecen desordenados

cubriendo sin reservas

a una prieta pared.

 

Por la noche los grillos

dan clases de violín

y un siniestro vampiro

delgado y desnutrido,

 

muestra sus largas uñas

y sus pálidos dedos.

Cuando la luz de luna

se filtra en blanca línea

 

sobre el suelo cubierto

de maleza y arbustos,

insectos luminosos

bailan su extraña danza.

 

Los senderos perdidos

tras las hojas caídas

no reflejan la sombra

del errante vampiro,

 

que ronda por las noches

hambriento y consumido

el aljibe oxidado

del viejo caserón,

 

buscando el níveo cuello

de antiguas moradoras

y solamente encuentra

crisálidas dormidas.

 

Ana María Broglio