El día que perdí mi cordura lo recuerdo bien.
Fue el día que me di cuenta, que me enamoré de ti.
Ese día, cuando te vi pasar, vi salir tu belleza que, cuando salió de tus ojos, convirtióse en el viento en ilusión.
Esa ilusión ingrávida voló hasta mis ojos y entró por mis pupilas.
Entró aquella ilusión con una fuerza tan sutil, que desalojó a mi cordura, la cual salió de mí en forma de suspiro.
Suspiro que se suspendió en el aire y fue tras tuyo.
Toda mi cordura se fue tras tuyo y no sé qué hiciste con ella.
Y aquella ilusión, que de ti nació y entró por mis pupilas, se albergó en mi mente y se alimento de mi alma.
En ese preciso instante aquella ilusión se convirtió en locura, porque mi cordura jamás volvió.
Sospecho que mi cordura se quedó silente habitando tus labios, esperando prudente, que te bese para poder volver a mí.
Pero la ilusión que me diste, la que ahora es locura, me hace amarte en silencio.
Esta locura de mi amor se deleita de este gozo en silencio.
Porque es precisamente en silencio que puedo amarte sin límites.
Porque un amor en silencio, es un amor estático, inerte y tal vez muerto. Pero como es estático, jamás se irá y es precisamente lo que nunca quise y siempre soñé.
Eso hizo mi locura. Congeló todo el amor en un momento que nunca pasa.
Te puedo jurar que este es el amor más grande que puedo sentir. Pero... no te lo puedo dar...
Porque el día en que te lo entregue todo el amor que llevo dentro, será el día en que te dé un beso, el día que conozca tus labios y mi cordura, la que habitó en ellos, vuelva a mí de nuevo y traiga el movimiento.
Ese día el sentimiento estático volverá a moverse y mi vida cambiará.
Mi cordura volverá ahuyentando la locura, la que saldrá de mí en forma de suspiro para morir ingrávida, como una historia de amor que nunca se contará...