Las manos trémulas del artista
van ajustando el lente de su cámara,
mientras enfoca el contorno de tu rostro,
un relámpago ilumina tu cabello,
dibujando sombras en tus mejillas,
y es con el fuego de tus pupilas que revelas,
aquél marco fotográfico encerrado en tu belleza,
y sólo cuando esbozas esa sonrisa
es que esa foto pide llamarse, obra maestra.
-E. Omiste-