Helada y fría niebla toca mi rostro
dejando inmóvil mis sensaciones
entumeciendo aquella sonrisa
que su candor contagiaba emociones.
Cuando una cálida piel toca mis labios
mi razón se resistió a ser palpada
mis sentidos estaban entorpecidos
no era posible
esperanza terminada.
Tu mano tocó la mía y se estremeció
temblando entre un mar de sensaciones
cual indefenso ser acaecido me transformó
entre tus encantos perdí mis eslabones.
Desde entonces mis ojos se pierden en los tuyos
mi piel vuelve a vivir, mis labios enrojecidos
su cauce impregna vida
los tristes y sombríos ríos congelados de desamor y desafíos.
Una quietud que llena
Una paz que invade
Un despertar sereno
Una vida de despertares.