De mis ojos nunca verás, amada,
De tristeza surgir
Una lágrima ardiente desmayada
De tanto combatir
Al silencio que hiere y a la luz que ciega
Con sus rayos brillantes
Al pescador, orondo que navega
Por mares fascinantes.
Sí observarás mis lágrimas brotar
Si en la copa ambrosía
Me das para libar.
Esas lágrimas serán de alegría.