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¿Recuerdas tu trinar vertido en nubes y cantos?
cuando tu guitarra rasgaba el encanto de cálida noche…
sin reproches y el amor locuaz.
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¿Recuerdas la copa, bebida de Amílcar vertida sagaz?
la inmensidad austera,
vetustos caminos llegando a pléyades
más allá de Venus… y el amor divino
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¿Recuerdas el lecho del cauce?
de elevados picos, suspirar cortado
llegar a pedruscos de húmedos sentires,
descenso en cautela, penetrar de hiedra…
.
¿Recuerdas el miembro del cauce que lechoso es?
buscando hospedaje entre masajes
de encanto y coraje, en triunfal entrada
después del portal, la cavidad
de abrigo... imperante, loco tu trinar
que rasga, una guitarra, más que compañera
en la nota extrema de tu disonancia
llegando al final con hondo respirar,
masaje sensual y sexo pleno
honrado del festín, extenso bacanal
con inmensa corte y coro celestial.
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Nebulosa esencia, pléyades danzantes,
la mano de Eros, de Venus en el monte,
el Cosmos gigante, silencio impera.
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Después el gran ritual donde se honra a Él:
es la Creación... que trae Vida, amor y desenfreno.
Guitarra,
Venus,
desenfreno,
es el trinar de pájaro que canta
cuando es libre y vuela en el encuentro
de su nido en pleno con pequeñuelos,
que le esperan.
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[R.D.A. Esther Julia Londoño Arbeláez -esthelarez- de Colombia]
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