Porque sé que me escuchas Dios amado,
a ti elevo mi suplica constante,
siento mi alma de gozo rebosante,
al sentir tu presencia a mi lado.
Cuando soy por el mal amenazado,
cuando caigo y no hay quien me levante,
te imploro me socorras y al instante,
tu Espíritu me deja renovado.
Pues tú oyes el clamor desesperado,
y atiendes al cansado caminante,
al que viene ante ti siempre confiado.
Dios mío tu jamás estas distante,
a ti clamo en mi paz o atribulado,
y fiel veo tu mano en mi triunfante.