Hoy la belleza,
de rojos y violetas
engalanada,
se posó en el silencio
mudo y solemne
que permite a la tarde
dormirse en noche
En la colina,
recostado en el tronco
de un viejo olivo,
el deslumbrante encanto
de aquel instante
absorbieron mis ojos
avaramente.
Mientras mi mente,
por las mágicas luces
estimulada,
alzó su vuelo alado
sin ataduras
hacia mundos de ensueños
y de ilusiones.
¡Qué itinerarios
de radiantes regiones
sobrevolaba!
¡Qué universos dichosos
que la tristeza
no conocieron nunca,
ni el sufrimiento!
¡Qué gozo inmenso
contemplar esas tierras
imaginarias
sin lágrimas ni duelos,
donde los niños
su sonrisa atesoran
perennemente!
Donde los viejos
conservan el cariño
y las atenciones
de los frutos vivientes
de sus amores.
Y donde la miseria
fue erradicada.
Y, en paz risueña,
los hombres y mujeres
unen sus manos
y alzan su voz en cantos
confraternados
sin rencillas ni inquinas:
¡con altruismo!
.................
El sol se ha puesto.
Ya no hay rojos celajes...
Solo hay ya sombras.
Y mi mente errabunda
cae de sus cielos.
Y ahora ve realidades
y no espejismos.
Ensombrecido,
desciendo la colina
y entro en el mundo
donde la vida cruje
y el alma duele;
donde se sufren penas
duras y crueles.
Y, renqueante,
prosigo mi camino
con mis hermanos...
Y aunque arrastrar debamos
pesadas cargas,
¡que no perdamos nunca
nuestra esperanza!