Llegaba cada día antes del atardecer.
la miraba pasar con su triste mirar
y sentía de su vida, su dolor...su penar.
Caminaba lento, sin importar el tiempo
de las horas esperando su atardecer
bajaba tan despacio la gradas ,
como si en ellas tuviera la esperanza de su ayer
y se sentaba en su silencio mirando a lo lejos
el horizonte, un pasado que no ha de volver,
con su blanca espuma, el mar bañaba sus pies
en concierto de olas, cantaba con suave brisa
una melodía que nos hacen recordar
todos los momentos de la vida
sean reír, soñar...sean llorar.
Así pasaba las horas, como aves al volar
y el sol al ocaso al buscar su lecho,
va pintando su cielo, de mágicos colores
embriagando el alma y nuestro mirar.
Las lagrimas caen por sus mejillas ,
son inviernos que inundan todo su ser;
cierro mis ojos ante tanto dolor
un suspiro, un silencio...un respiro
y al abrirlos,vacías estaban sus gradas
nadie sabe si se marcho sobre las olas
o en las alas de las gaviotas se fue
nunca más volvió la chica de las gradas
ni su triste sonrisa ...ni su atardecer.
Luis Loría LLL.