Es una mujer, más bien una niña
sus pestañas se deslizan
navegando en sus hermosos ojos
espejos de llanto
carnosas cámaras que a veces me miran
tristes, ora melancólicos, ora idílicos.
Su tez de blanca amapola
húmeda y sedosa
su cuerpo de musa esbelto y gracioso.
La vi tras un cristal electrónico
donde pude ver las cuatro dimensiones
de los siglos pasados
donde el rocío es celda de luz.
¿Dónde estará ella ahora?
Tal vez la eternidad y su desconocida mano
Me la arrebató hacia la nada.