Me desnudo ante ti, aun vestida
esperando romper el fino hielo
que bordea tu cara ya encendida,
cabizbaja, apenada y decidida.
Me desnudo ante ti, aun vestida
con tus mejillas rojas carmesíes
temblorosa, tu piel enardecida,
cortejando y amando tus extravíes.
Y esperas paciente que te desnude,
te despoje de la ropa que atormenta,
que impide que mi boca te descubre
del placer que deseas te enternezca.
Suavemente y con besos galanteados
por tu piel que reclama que te ame,
te desvisto de la ropa que reprime
los deseos de este hombre enamorado.
Ramón Oviedo
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