Con tanto calor, más agua se bebe,
con garrafón en mano, voy a la planta,
por la hora, apenas la acaban de abrir,
lo fresco se va por el sol despierto.
Algunas nubes altas, van huyendo,
viene escena de mi insignificancia,
la grandiosidad de lo que me rodea,
otros ruídos opacan el silencio.
Del bramido perenne del océano,
que por las noches, arrullan mi mente,
las montañas grises, se vuelven verdes,
por las escasas lágrimas del cielo.
Hace días, refrescan mi corazón,
por la seguía de la inflación del yo.
El piso de arena, se muestra seco,
están brotando, llamaradas verdes.
Frondas, olorosas de noche, del nid,
intensos colores de bougambilias,
el sol las quema, de blancos a rojos,
bicolor verde rojo del tabachín.
Los brillantes de las hojas del laurel,
parvadas de pájaros, todavía,
en su habitad homólogo, visitan,
la pupila de quien sale a caminar.
En las puntas de los postes, palomas,
y carpinteros, comparten alturas,
otras flores, amanecen de gala.
¿Quién soy, para admirar tanta belleza?
Doy gracias, por tener mi monocular,
porque el otro llegó con la miopía,
si alguien dijo que miraba plano,
su opinión, nunca fue cristalizada.
Mi soledad existencial termina,
cuando el monóculo se puede reunir,
con lo que me rodea continuamente,
darme cuenta que todos somos uno.
Como el regalo de ayer, de visitar,
el jardín más hermoso de la creación.
EL POETA DEL AMOR. 12-07-14.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.