Afelío

Los cuentos de la realidad 5- No pasa nada, pero pasa el tiempo. Parte 1/2

Se disponía a volver al fin de los Estados Unidos, habian transcurrido ya diez años desde aquella tarde de estío en que abandono su pueblo, a las afueras de Gauadalajara en el estado de Jalisco, tras la busqueda de el sueño americano, tras el progreso y las oportunidades, tan escazas en su país; Trabajo duro desde el primer momento en que piso el pavimento reforzado y de última técnologia que posee la ciudad de Los Angeles, California, se instalo en el garage de su primo, quien radicaba hace ya algunos años en aquel sitio. Así comenzo su travesía en el país vecino.......

Su plan era sencillo -como el de cualquier otro migrante- constaba en hacerse de un buen ahorro, comprar una camioneta y posteriormente volver lleno de billetes verdes al hogar de su cepa; Le había promtido a su padre la cantidad de dinero necesaria para que este pudiese instalar aquella alfarería que siempre quiso, sin embargo la estadía que encontraba su zaga en un periodo no máximo de cuatro años, se prolongo de una manera exagerada, transformando cuarenta y ocho meses en una decada prolija y densa, habida de excesos, diversión, contratiempos y un solaz innecesario proveido por el incierto caos ordinario y posesivo de la gran urbe. ¿Para qué es el tiempo sino para aprovecharlo?, se repatía pero nunca lo daba por hecho y entre el sopor de la vida como un rio que fluye libre y presto, el hombre no se daba cuenta de que los días volaban con alas de espera en la distancia infinita de aquel poblado olvidado de dios, y que las noches dormían soñando con un mañana de anhelo y llanto. No se daba cuenta de nada, el ritmo de la vida citadina se había apoderado de sus sentidos, de sus valores, de sus costumbres, de sus promesas y hasta de sus recuerdos. De pronto el pasado ya no tenía cabida en el presente.

Cuatro años eran más que suficientes para concluir dicho proyecto económico, sin embargo fue imposible truncar el camino en vista de los profundos baches con nombre y vestido, con etiqueta y aroma, con avaricia y azar.

Tenía entonces su maleta preparada, los asuntos en orden, el dinero suficiente, la vivencia desmesurada, ya tenía en forma la camioneta y el viaje totalmente previsto, ya tenía todo listo para marchar, para volver, y sobre todo tenía el insaciable deseo de retornar y retomar sus años pasados, tenía el deseo de observar de nuevo y despues de tanto, a sus progenitores, quería sentir otra vez la energía del campo, los aromas del rio, la melodia del viento; Tenía el futuro a tan sólo unas mil horas de camino, tendría el orgullo de cumplirle aquella promesa a su padre. Su primo salió muy temprano a trabajar como lo hacía habitualmente, por lo que no tuvo la posibilidad de despedirse de él y por lo tanto decidio esperarlo hasta su regreso para agradecer de la manera más atenta y fraternal a quién lo acogio durante aquella eterna decada. LLego el primo, más tarde de lo normal y con un cariz atónito, jamas espero la noticia que ocultaba aquel rostro perplejo del primo, quien mirandolo a los ojos y tomandole los hombros sin darle tiempo de hablar le dijo: -Primo, se murio mi tío......¿Cual tío?, respondío azorado el mocetón, tu padre, balbuceó el primo anudando la garganta.