Si cantantes y trovadores,
Los habrìa entrenado Dios,
No tendrìan ni un apuro,
Con su talento y buena voz.
Semejante a quien no tiene,
Aptitudes que ofrecer,
En la tierra de los vivos,
Donde cuesta el nò saber.
Y abogados y doctores,
Estudiando un montòn,
En su fè de hacer dinero,
En su mundo de ocupaciòn.
Escogiendo el estudiar,
Sobre tanta perdiciòn,
Alegrando a sus padres,
Con talento y aficiòn.
Sin cientificos ni pintores,
O sin la màgia del sabor,
No tendrìamos en la vida,
Ni una pizca de diversiòn.
Desencanto y aburrimiento,
Plasmarìa su entonar,
Ignorando a donde viene,
Ni saviendo a donde và.
Lindo mundo de ensueño,
Injectando compasiòn,
Yà no quiero ni siquiera,
Entonarte mi canciòn.
Grandes y pequeños,
Nos debemos sacrificar.
Por talento escondido,
Y poderlo explotar.
En los tiempos del sonar,
Nos encanta sus encantos,
Sin quererlo derrochar,
Con guitarras a su canto.