Tuve un sueño, que continúo sucediendo cada noche, por mucho tiempo
¡Cuando Pasaba por la peor etapa de mi vida!
Tenía este sueño a repetición cada noche,
Que comenzaba con el ruido estruendoso de las campanas de una iglesia,
Me veía buscando a una mujer enterrada en el panteón
De una antigua catedral, Gótica en su construcción, de paredes esculpidas, con hermosas obras de arte sobre sus techos, cubierta por una densa neblina,
Como en los mejores cuentos terror,
La escena, era acompañada por un coro de monjes del monasterio, que muchas veces
era ensordecedor
Y en otras era tenue, suave y místico…
La basílica tenía en su tercer subterráneo un panteón lleno de criptas y mausoleos cubiertos de cemento y mármol
Había que bajar interminables escaleras,
El mármol de las criptas enfriaba el lugar de sobremanera,
El vapor frio que salía de mi boca no ayudaba
Al tétrico espectáculo…
Un lugar oscuro, lúgubre, desolado, donde cada pisada retumba en el macabro panteón…
¡Buscaba a aquella mujer, sabía que estaba viva!
En ocasiones la oía llorar, suave, despacio, en otras, se escuchaban sus sollozos desde lejos,
Siempre acompañada por estos canticos que jamás se detenían
¡Sabía que debía buscarla, quería sacarla de allí!
Cuando despertaba sentía la enorme necesidad de saber quién era esta mujer y unas ganas infinitas de llorar a gritos y a sollozos, que no siempre pude contener estando despierta
¿Quién sería aquella? ¿Quién?
Me mortificaba la idea de no saber quién era y que aun así era importante para mí,
Y que deseaba y necesita rescatar con todo mí ser…
En algunos sueños iba acompañada por mis hijas y ellas entraban solas, le llevaban flores, se veían tristes, desoladas
Yo esperaba fuera del templo, no podía entrar ¡tenía miedo!
Otras veces comenzaba mi sueño en el campanario de la catedral
Donde era yo la que tocaba y retocaba incesantemente las agudas campanas…
Luego descendía y entraba al panteón…
La buscaba y no lograba encontrarla,
Y de nuevo esa música, que me engrifaba los pelos,
Buscaba entre las criptas y catatumbas, con mucho temor y no lograba hallarla,
En otras ocasiones hallaba la tumba, mas no podía abrirla, despertaba desesperada, con la respiración alterada y una sensación Claustrófica que no me dejaba despertar del todo, como en una pesadilla interminable…
Paso por mucho tiempo, tantas noches hice este recorrido ¡tantas!
Sin conseguir rescatarla, sin conseguir consolar su llanto, sin conseguir saberla, sin conseguir quitarme la angustia de saberla allí…
Después de mucho tiempo de soñarla, cuando ya me sentía rendida
La soñé nuevamente, la música esta vez era suave y agradable,
Baje las escaleras con mucha rapidez, sin mayor dificultad,
Escaleras que muchas veces vi como interminables, largas, heladas, eternas, en las que pase noches enteras descendiendo,
Logre por fin rescatarla sin hacer mucho esfuerzo y sin temor
La encontré viva aun, con la piel pegada al hueso, seca, con el cabello enmarañado,
Con la vista extraviada y con una mirada compasiva,
Con el cuerpo entumecido y tieso
¡Sentí mucho pesar!
Sentí que había tardado tanto tiempo en rescatarla,
Paso algún tiempo hasta que pude interpretar mi sueño…
Y fue cuando mi ex esposo quiso volver,
Fue entonces, cuando descubrí que aquella mujer enterrada en ese frio y lúgubre panteón
Era yo, o más bien era el Amor que tuve que sepultar después de tanta decepción, después de la desilusión más grande de mi vida
No había muerto, pero si había enterrado en la tristeza y el dolor de esa separación
Los sentimientos más puros y nobles que tenía por ese ser,
La mujer que había sido para él, la mujer enamorada, casi obsesionada por
Quien había sido para mí, el hombre de y para toda mi vida,
Con quien me sentía plena y protegida,
La que rescate, no era ya la misma, estaba seca, fría, resignada, muerta y viva, muerta en vida
Ya no volvería a sentir por él, el mismo noble sentimiento, aunque él así lo deseara,
Intente que resultara, pues veía algo de amor y arrepentimiento en su mirada,
No podía obligarme a sentir ese amor intenso,
Sentía más bien compasión y Tristeza
Por lo que ya no existía,
Por lo que ya había enterrado para siempre en aquel panteón…
Ya no volvería a amar jamás a aquel ser…
Doris Co