UN AMOR DEMASIADO IMPOSIBLE
Córdoba, julio de 2008
Amanecen nuestros rostros desvanecidos
penetrando en un mundo sin formas
y yo me siento huérfana.
¿Por qué no canta la lluvia
al compás de nuestro ardiente deseo?
Un incesante sermón erosiona
las campanas de nuestro amor,
rezando sus letanías de lo imposible
en el cementerio de nuestras ilusiones.
He aprendido a silenciar melodías
a sonreírle a la tristeza
a no apagar la luz para no pensarte
a mirarte con sofocados suspiros
desde mi piel escondida.
Poco a poco nuestro débil pulso se extinguirá
silenciando tu voz y mis poemas.
Y otra vez volverá la mañana atrapada
en la urgencia en las calles,
Y otra vez la rutina del trabajo
y otra vez la noche sin nosotros...
y otra vez tú y yo bajo la misma orfandad.