Pido un llanto por esas personas,
que viven sin agua,
por esos niños,
que vagan sin rumbo,
arrastrando sus pies
sobre la ardiente arena del desierto,
sin ropa, sin fe, sin esperanza,
sin nada.
Solo su sombra que camina con ellos,
esperando una muerte cierta,
que seguramente pronto vendrá,
y todo por un poco de agua
que llevarse a la boca,
tiene 4 años y todos los días,
camina sin parar horas y horas
para poder beber
ese liquido elemento que da vida,
esa agua que nosotros
derrochamos, tiramos, escupimos,
o simplemente utilizamos
para deslizarnos por un tobogán,
ellos,
los pobres, los desamparados,
que por haber nacido
en un continente esquilmado,
se conforman cada día
con poder caminar horas y horas
bajo el ardiente sol,
sobre la hiriente arena,
por un poco de agua.