La noche más obscura,
encadenando impávida
el sol tímido que quisiera,
asomar al menos un rayo tenue
sobre mi jardín.
Mi alma se desgarra en amor,
llora sangre que empapa mis sueños
en los que siempre has estado tú;
la casa de tres pilares que se tambalea,
y mi vida se desmaya,
al amanecer de cada día que paso sin tí.
Soy trigo nuevo,
semilla de una estirpe nueva,
muy escondida dentro de mí;
renacimiento en mi corazón
que estoy pagando con lágrimas de dolor.
Te amo compañera mía,
lluvia sempiterna en mi suelo ávido,
aunque tus gotas crean,
que alguien ha visitado esta tierra.
¡Nunca!
Nunca mi esencia ha volado
más allá de tu existencia;
nunca mi amor ha cruzado tus fronteras;
nunca en mis viajes me he quedado
en posada ajena.
¡Si supieras!
Si supieras del clamor y la angustia
que ya no es pasajera,
del ansia por abrazarte,
por besarte,
¡Por decirte que estoy de vuelta!
Para darnos lo que antes...
necesitabas y no me daba cuenta.