Bullanguera y descarada,
sus pies nunca paran en la casa,
ya sea en calles o plazas,
cualquier esquina pone vigilancia
Le dice…
“Ven…
deleitémonos de caricias;
embriaguémonos de amor hasta la mañana,
mi marido no está en casa”
Con sus muchas artes lo conquista,
lo seduce con sus labios favorables,
el ingenio va tras ella,
y el buey va al matadero.
Presta atención a mis palabras,
su casa es camino al abismo,
y su morada…
es un suicidio.
Autor: Salomón (El Rey)