LA CASA DE BAHAREQUE
En el patio de la casa de bahareque
hay una bañera de piedra limpia, prístina y simple…
Viéndola desde aquí tiene una cocina al aire, repleta de ollas y platos de peltre, con un pilón
de samán cuarteado por los años.
La casa no tiene jardín, pero tiene un patio amplio con uvas de playa, campanitas amarillas,
cayenas, nidos de canarios criollos, de palomas, de azulejos…
Su sala es oscura, hay una piel de tigre extendida en la pared Éste, muebles de madera
recubiertos de piel de chivo, una plancha de hierro en una de las esquinas y sobre ella un
reloj de péndulo alemán, que aun funciona.
Aun hay niños en esta casa que brotan del techo, juegan metras, hablan con sus sombras
y gritan, tienen las manos largas y delgadas, viven con miedo, burlándose de
todo, burlándose de mi...
La casa de bahareque ha sido siempre mi hogar, en un principio la construí con mis manos,
alimenté el fogón con leña fresca y comí del maíz de su pilón.
Aquí crié a mis hijas y durante mucho tiempo vinieron a visitarla.
Mis nietos, sus hijos y sus nietos se olvidaron de ella y me dejaron aquí
en la repisa oxidándome en este marco de aluminio dorado,
sin velas, sin flores, vagando y asustado por los niños …
Angel Arvelaez