Los días son lágrimas muy sentidas de la vida
O sonrisas perversas de la hipócrita existencia
Se han transformado en una inquisidora insistencia
Que promueve el dolor y va a la agonía extendida.
El otoño ha dejado caer las tiernas salidas
Se disolvió la escapatoria, pues ya la congruencia
Se acabó como la fiesta de nuestra gran demencia,
Se clavó en todas mis horas la sangrienta mordida.
Te mareas como una vieja embarcación perdida
Navegando entre el Atlántico ameno de la ausencia
Absorbiendo la sal idiota de la decadencia
Que maltrata mi lengua bestial y desentendida.
Si me enfrenta una locura efímera e incomprendida,
La falsedad en mis pasos firmes no son decencia
Pues no aceptan devoluciones por culpa de heridas.
¿Qué esconderá ya mi alma tan funesta y desabrida?
Como los cielos de Abril mezclados con imprudencia
Desabotonando mi camisa que está encendida.