Nicko Schroder

De un poeta drogado a una mujer que se ha ido

Esta noche tiene un aire distinto,

un ambiente de Sabina.

Una marca de agua que impide desaciertos

y réplicas imperfectas 

de la nostalgia cruel que anida en mi pecho.

 

Debe ser este mi tercer vaso de Wisky.

En la mesa hay fotos rotas, cenizas, humedad.

Me gustaría estar sobrio para poder escribirlo, 

pero me tiembla la mano 

y empiezo a transpirar. 

 

Le doy vueltas a un anillo que se te ha quedado,

lo encontré buscando esconderme de ti.

Eres huésped de mis desgracias,

no sé por qué te culpo de todo,

pero es mejor que culparme a mi.

 

No quiero distender mucho este soliloquio. 

Me siento mejor estando solo, 

aunque muriendo.

He tomado tantos tranquilizantes que siento que moriré 

como Jimi Hendrix, aunque sin su legado.

 

Nunca me atreví a ser yo mismo

y ahora estoy demasiado drogado para intentarlo.

No me ayudes por caridad...

Es el cuarto vaso de Wisky;

se va todo a negro.