kavanarudén

Amor, don y tarea




Inmenso horizonte se me presenta.

Mi mirada se pierde en el otear lejano.

El viento acaricia suavemente mi rostro, jugando con mi pelo.

El sol se adormece en mi piel, dejando su toque cálido.

Montañas que se pierden, cubiertas de intensidad diversas de verdes.

Cielo sereno, que se extiende en un celeste fresco e impetuoso.

Olor a natura fresca, a lavanda, a trigo, a tierra reseca, se amplifica por doquier.

Respiro profundamente queriendo atrapar todo el oxígeno dentro.

Despójome de todo lo que me cubre, desnudo descanso sobre la hierva fresca.

Dulce unión con toda la creación, con todo lo que me rodea.

Lejos siento el cantar eterno del río, los pájaros en su trinar, en su travieso jugar.

 

Amor, amor eterno que envuelve todo mi ser, mi existir.

Sin tu presencia es inútil vivir, es un eterno sufrir, mejor sería morir.

Noble sentimiento que eleva el alma y agudiza los sentidos.

Don y tarea.

Regalo y responsabilidad.

Dulce y sufrida bendición.

Eterno renovar, cultivar, recrear y cuidar.

Te siento cercano, me siento bendecido, pero no puedo arrancar de cuajo el temor.

Sí, el temor de perderte, ya que no solo dependes de mí.

El temor que un día cualquiera despierte y te hayas ido,

padeciendo el vacío inmenso que prosigue a tu partida.

 

Aún así, en ente momento de unión profunda con todo lo creado,

renuevo interiormente ese amor que siento.

Te he escogido.

A ti me entrego.

Tu tierra será mi tierra.

Tu cielo cubrirá mi existir.

Tu piel cobrará mi desnudez.

Tu abrazo extractará mi cuerpo inerme y alejará la nostalgia.

Tu calor extinguirá, para siempre, el frío húmedo del olvido,

fundiéndonos para siempre, en la eternidad del tiempo…