Y al fin había logrado su cometido, por fin me tenía atrapada, ya había logrado que estuviera tan sumergida en ella que fuese imposible salir huyendo. Me tenía tan atemorizada que fue inevitable su presencia, fue como volver a ser una niña envuelta, en llanto solo a causa de un terror…
Olvidada por todos, como muerta para los demás aunque estuviese tan viva como ellos, pero ella también está viva y maldije pues no dejaba de perseguirme, es como si me amara y no se quisiera alejar, de vez en cuando pienso que yo también la quiero pero me pregunto si es verdad porque sé que es seguro que le temo y no sé cómo se relacionar el cariño con el temor.
Mierda jamás me deja en paz…pienso que ya desapareció pero no, ella regresa, y me abraza y me susurra suavemente en el oído… ¿me escuchas? Aquí estoy estamos de nuevo juntas.
Y yo como una tremenda e idiota niña no me defiendo, no encuentro armas para hacerlo. En mi próxima confesión, si es que llega a haberla, prometo que diré que no soy una guerrera y que todas las batalla la he de perder pues no cuento con un ejército a mi lado que quiera luchar; mi única compañía es la soledad que hace que me esconda en el último rincón de la casa, sin déjame descansar.
Es un poco desquiciado decir que mi única compañía es la soledad ¿verdad? Pero ella me ha convertido en una cobarde. Y fui yo quien la convirtió en un ser vivo, queriéndome creer una diosa pero falle como en todo lo demás, falle pues en vez de poder destruirla ella me está destruyendo lenta, sustancial y dolorosamente.