Con su pelo al viento, su bella figura
plasmaba en el suelo una sombra oscura
que no era una sombra, era una escultura
Me acerqué despacio y observé pasmado
andando a su lado, un tanto aturdido sin parpadear
dos ojos azules, labios de cereza y pelo dorado.
Detuvo de pronto su grácil andar, me miró
tenía su cara, su boca sus piernas sus pechos
sus ojos azules miraron los míos, y después lloró.
Me desperté ansioso, besando la almohada
los años felices creí que retornaban
era solo un sueño, ya no tenía nada, nada, nada, nada