Subiendo en la incontenible espiral del recuerdo
Intento la anaplastia de mi alma,
Pero ya no hay nada en mí, que pueda servirle.
Necesito el tejido vívido y latente de tu ser.
He perdido la cordura,
en la antigua y profunda parodia
de nuestro último encuentro.
Es ese algo de mí,
Que quedo dentro de ti
el que me llama.
Y en el sofisma de mis nécias palabras,
Defiendo verdades empaladas
En mentiras pasadas,
de negadas realidades.
Que como escarchas mortuorias
de secas lágrimas de sangre,
Adoquinan el infinito sendero
De tu irremisible partida.
L.M