Un vacío perenne,
Inhabitable dolor que llora flores y lunas.
Eternos lagos soñolientos y malheridos.
Hemos sucumbido, en tantos
desaciertos – qué sé yo- nos hemos rendido.
No encontramos refugio entre tantos suspiros...
Hemos muerto y sin haberlo vivido.
¿Por qué nos empeñamos en sufrir?
¡Inventémonos para siempre!
…Como inestables noches infinitas.
Mi condena es padecerte,
en sombras furtivas, y te observo en silencio.
Me detengo allí, reposo en tu regazo
y me echo a llorar.