Sos el breve roce de la ternura,
La mañana levantada por el amor
Y el sonido suave de los chiquillos
Que van al colegio.
Traes entre tus trenzas
La ajetreada vida,
La cansada hora
Y la esmaltada sonrisa
De los años.
No te cansas
De dar besos,
De acariciar,
De reír y de regañar
A los infantes enamorados.
Te sientas para leer la vida,
Gritas en el dolor de la vida,
Pero tus jadeos
Y llantos han hecho
Posible el existir.
Feliz en medio de tus renuevos,
Tus trancos cansados
Se ven rejuvenecidos
Por la chabalada
Y cantas a la muerte
Que se apresura a darte
El beso de la vida
Sin fin.
Ya vas cesando en tu trabajo,
La vieja mecedora rechina
De alegría,
Mas tus hijos, nietos y biznietos
Duermen en tus regazos de pluma
Y arco iris.
Madre te duermes
En el amanecer de los días
O en el silencio de la noche.