Ramirez Adrian

Los que pasan




A veces todo sucede en parpadeos, en almanaques.

Pasa que sucede lo que sucede: en momentos, en hambruna
en fiestas de gala o en aperitivos de media noche.
Pero no es casual, porque no lo es (como todo),
pero aún así pasa, como fantasmas pasan,
como tú pasas, así pasan las cosas (indefinidas, pero seguras, realmente)
y así como se encobijan, como llegan de madrugada a sorprendernos
nosotros las sacudimos con la escoba, con el odio
desequilibrado del día de ayer, con el periódico, con la noticia... 

Al otro día salen, y nos damos cuenta de que se han ido
porque la mañana es mañana, porque es más segura
porque han dejado sus huellas por la casa; las cosas
que han tocado, las fotografías, el perro.
Y nos sentimos gustosos, por la pérdida, el peso que
se ha escapado
y podemos tomar la brisa de la ventana; como si fuera
el último respiro, el agua; como si fuera el último vaso de agua,
y disfrutar las penas; como si fuera el último día para vivir.

Pero desbocados de todo sentir, de los pecados
sucede (porque todo vuelve a suceder)
que empieza el cansancio, la sobredosis
el agotador día a día, la penosa tarde, la noche y el sueño
el perseguido, el que persigue
la pesadilla,
la mano que no alcanza la escoba.

A veces todo sucede en parpadeos, en los momentos en que ya
no quedan ganas de vivir
pero acontece que el sol sale de nuevo
y la mañana brilla
y todo brilla
y es felicidad
porque nos damos cuenta de que se han ido
y porque tenemos la escoba al alcance de nuestras manos.