A penas concibia el alba endógena su rutilancia tras el relieve montañoso y sus pobladas escarpas, caminaba el viejo alfarero hacia su trabajo, como treinta años antes, en aquel descolorido y huraño taller a las afueras del pueblo; el trabajo era duro y raudo, las jornadas dobles laborando todo el día hasta las nueve de la noche; su vieja bicicleta amanecio ponchada de la llanta trasera, por lo que tuvo que partir una hora antes para poder llegar en puntualidad a su lugar de oficio, en medio de la carrera el antaño alfarero no penso ni por un instante en la forma en la que regresaría a casa terminada la jornada, dado que el camino era grato y lozano, afable y delicado pero solo a la luz del día, la noche no era para nada compasiva, auyaban los lobos hambrientos, bailaban las brujas en el monte, aguardaban los hampones el llamado del endeble, el panorama era peligroso e intransitable para un cuerpo en consunción, lánguido y mortecino, de esta forma lo entendio también el alfarero y espero a orillas de la carretera aquella alma generosa que lo transportaría de vuelta. La oscuridad reinaba y a lo lejos se observaban pocas y pequeñas luces decendientes de aquella vila, solo la luna penetraba esperanza y consuelo al sinuoso paisaje, tras dos horas de un silencio altisonante y una soledad obsesiva, al fin parecía verse una luz avanzando rapidamente traspasando la nebulosa en dirección al viejo, el cual, desesperado comenzo a hacer señas, lograron verlo, y en un enfrenón que provoco un derrape de aproximadamente cinco metros una camioneta se detuvo esperando el abordo del decrépito, que trataba de trotar rapidamente hacia la unidad; La camioneta venia descompuesta y el conductor tenía prisa de llegar a repararla, aún así se detuvo por el senil, cuando este abrio la puerta jadeando agotado e intento subir, solo tenía una pierna en el asiento cuando el alma generosa que iba al volante acelero de forma violenta despojando al hombre del auto proyectandolo de espaldas al piso. La caida fue mortal. Su cabeza golpeo duramente el pavimento sólido y mézquino, helado mate donde corrio su sangre azafranada y melancolica, desvaneciendo su vida conforme al fluir de sus arterias; La oquedad en su cabeza lo desangraba velozmente, mientras el conductor de la camioneta trémulo se daba a la fuga despavorido perdidendose irremediablemente entre el anonimato lúgubre de la hóstil trocha, dejando perecer a un hombre postrado sobre el asfalto. Tendido junto a la carretera yacía un cuerpo interfecto, cuando fue impactado por la llanta de una bicicleta donde viajaban dos efebos, los cuales no divisaron el cueerpo en medio de la penumbra, saliendo disparados tras la colisión; Uno de ellos golpeo su cabeza contra una roca y fallecio instántaneamente, el otro se golpeo fuertemente toda su humanidad y quedo en coma, y el alfarero termino siendo el fantasma de un asesino asesinado.
L a versión de los hechos según las autoridades y el primo omitían la muerte en su causa verdadera, coincidian en que la bicicleta fue la que mato al hombre, por eso nunca se investigo nada.
LLoro toda la noche sin consuelo, incredulo y dolido, decepcionado de si mismo, furibundo y en exabruptos, bebiendose a largos tragos su amargo tequila y repitiendo sin cesar el nombre de su padre con un nudo en la garganta, ese hombre humilde y raquítico, honrado y frugal que murio sin haber tenido descanso alguno en la vida, que murio con un sueño estancado en el torrente del viento lunar. No era justo que su padre muriese un día antes de su regreso, no era justo el reloj imparable, irreversible, como no era justo el mundo, como no era justo ni Dios. Volvió lo más pronto posible aún entre sollozos y el aura salina en sus mejillas, hasta que no pudo más, a medio camino estalló saliendo de su vehículo, temulento y como un párvulo se solto en un llanto acerbo gritando y sufriendo su perdida irreparable...... El tiempo.
Distrito Federal....... Un agradecimiento y mi más grande pesame a ese desconocido que revive animales con sus manos y que se acerco a otro desconicido en afan de contar su triste historia, sin sospechar que la relataba a un escritor.