¿Qué bebí de ti?
Para que mis labios, a cada instante,
se quemen en la sal del recuerdo.
Hoy sangran profusamente mis entrañas,
Con la pócima constante de una angustia, sin consuelo, desvalida.
Navegando a ciegas en los girones de mi alma.
¿Por qué de mi regocijo?
Al estar tan cerca de la muerte espiritual,
¿Para qué vivir?
Si la brújula de la lógica y razón, yace rota en mi mano.
A veces me parece que es una eternidad, la que he vivido
En la agenesia estéril de tu perdón.
¿Quién dijo que el amor es luz?
L.M