me has contagiado tu soledad,
la que tanto te daña
que sin prisa te mata.
aquella, que por las noches te abraza,
evita el sueño, sumergiéndote en el fondo,
oscuro, frió y rancio,
del recuerdo latente, aun no olvidado,
por alguna vez ser amado, querido, necesitado.
temes a la noche,
(enemiga natural de los desolados)
cada segundo en su penumbra,
pides, ruegas, suplicas a llanto:
¡deja de dañarme, quiero estar tranquilo,
déjame olvidar todo por un rato!
en el fondo de mi alma,
me alcanzan, me contagian:
tus sentimientos tan duros y callados,
(de los que tanto hablas, y te ablandan)
la soledad que te asesina,
que estruja a tu corazón podrido,
y te aleja de la realidad donde nos hayamos.
buscare la manera
de salvarme, salvarte,
forma de reencontrarnos,
y por fin, a si liberarnos.