Ah! Las horas...
¡Mecidas por el odio!
¡Golpeadas con el odio!,
en la humedad de la alborada...
Y golpeando sus citas de las doce
¡Con dolor!
Los extraños
de las sábanas tristes...
Doce efemérides descollando
con ramalazos crueles
¡En bandolera los amantes!
¡Los sangrantes corazones!
Donde el manto lúgubre de la noche
fatídicamente les asfixia,
y destraba en las alcobas
tanto aullido quejumbroso...
De escarlata y faroles calientes,
de los crueles amantes
los delirios crueles...
El silencio de los espíritus profanos,
¡Homicidios entre la sombras...!
¡Oh! despreciable placer
¿Dejaráme solitario, alegorías inventando?
¡Qué tan fría, y qué tan rígida,
la soledad marmolea, hoy,
que enamorado escribo,
sanguinolentos versos,
¡Amantes de las sombras!
¡Ay! ¡Cuán desgarradora angustia!
atraparte en tu eterno viaje
por la oscuridad.
Libélula de los misterios,
-¡Libertad! ¡Libertad!
de los insulsos amantes.
Apenas un dulce ¡sí!
¡Y mil tormentas,
sobre las sábanas tristes,
agitándose...!
¡Vuelen, vuelen, mil besos,
al encuentro,
de la perfecta desdicha,
del inmaculado amor...!
¡Ea! Se han escapado
mil sonrisas
en una rítmica bambolea...
Se estrenarán los pomposos
tamborileos de la vida linda;
un corazón danzando,
sobre las llamas,
entre sonrisas quebrantadas...
¡Ah! bendita locura
de los cuerpos, al fin,
en tanto fuego,
en tanta hoguera infinita
consumiéndose...
Un ¡sí! Al fin...
en tan solo un dulce instante,
hiciéronles enloquecer...
¡Ah! los amantes
sobre las sábanas tristes...